Guerra, Anticipación y Ciencia Ficción
La guerra de Ucrania ha traído, como suelen hacer las guerras con su brutal sistema de selección natural, muchos avances en tácticas y técnicas militares. Ningún avance en cuestiones morales y sociales, me temo. Seguimos siendo el mismo homínido territorial con un enorme cerebro y un sistema cultural complejísimo y perdurable que no se para a reflexionar en para qué y sí en el cómo.
Pero no quería hablar de eso. Mi intención es hablar de mi libro, algo de ego sí tengo. Ese libro es "Nos mienten". En él describía un escenario de futuro chungo en el que ya no hay estados y el poder lo detentan conglomerados neofeudales empresariales. Ninguna novedad en eso, muchas obras de ciberpunk describen exactamente eso y con notable éxito predictivo de nuestro presente actual.
En "Nos mienten" se describe un campo de batalla dronificado, en el que las ofensivas, contraofensivas, guerra electrónica, defensa y ataque se realizan con oleadas de drones con cierta inteligencia y coordinados en red. Parece que las cosas van por ahí a día de hoy. La guerra de Ucrania ya se puede clasificar como la guerra de los drones. Hay más cosas, como pelotones que avanzan consultando órdenes, posiciones y mapas en sus tablets, asombrosos y carísimos sistemas de defensa aérea, ataques de artillería con munición inteligente, etc.
He defendido y defiendo que la CF no anticipa nada, más bien recoge el aroma del futuro y lo destila en una especie de perfume embotellado en una narración divertida de leer. Sería raro que no acertase en alguna ocasión.
Lo que me interesa contar aquí es un fenómeno que creo es exclusivo de los aficionados a la Ciencia Ficción y aún más a los escritores de género.
En el fondo no es algo muy raro. Sabemos que un lector o escritor de novela negra puede no sentirse asombrado de las noticias de sucesos, por muy luctuosos que estos sean. Tienen entrenamiento previo.
Pues de igual manera creo que al aficionado a la Ciencia Ficción el shock del futuro les afecta menos, tan solo en la dimensión de ver en la realidad lo imaginado previamente. Es esta una afirmación que, mientras reflexionaba sobre ella, me asombra cada vez más. El shock del futuro define políticas, sentimientos, angustias, constituye uno de los problemas sicológicos que hace a la gente reaccionar con miedo y el miedo es mal consejero.
Me sorprendo una y otra vez hablando con amigos y colegas aficionados al género sobre noticias que son demoledoras o realmente asombrosas, con el deje de "esto me suena ya".
Por un lado esto constata que la diferencia entre lo imaginado y lo percibido, lo real y lo fantástico, es muy leve. De algún modo imaginamos el mundo para comprenderlo y podemos imaginarlo sobre percepciones reales o sobre modelos futuribles. No es pues, sorprendente, que personas acostumbradas a la prospección tecnológica y social, se vean menos afectados por las sorpresas del futuro.
No digo, de ningun modo, que no nos afecten los cambios, solo que el impacto es menor. Ese impacto menor deja menos sitio al pánico y más a la reflexión y la búsqueda de soluciones.
Como última reflexión se me ocurre que convertir está técnica que se usa para consumir o crear ciencia ficción pudiera ser de utilidad para muchas cosas, entre otras entrenar a la gente en percibir y diferenciar lo importante de lo accesorio. Ese ejercicio sería como una gimnasia más del pensamiento crítico, que tanta falta nos hace.
Por tanto, creo que la prospectiva debería formar parte del curriculum educativo. En historia o en Ciencias Sociales pero, por qué no, también en filosofía.
Comentarios
Publicar un comentario