Comienza 2022


Cuantos doses. No sé qué nos traerá o se llevará el 2022. Lo que es seguro es que no lo esperamos. En lo que es esperable hay una crisis de materias primas que quizá se vuelva endémica hasta que podamos acceder al cinturón de asteroides. En lo que deseamos está que se vaya ya el bicho y no venga otro. Casi es más importante lo primero, porque mezclado con el cambio climático, la globalización y el crecimiento de las desigualdades, pues la cosa no pinta bien. 

La verdad es que nunca ha pintado bien. Y a pesar de eso sobrevivimos más o menos. ¿Hay que relajarse? No, claro, pero en la mayor parte de las ocasiones no podemos hacer mucho. 

¿O sí? 

¿Qué nos estás diciendo? Estoy diciendo que creo en el poder de LA CONSCIENCIA. Y no, no me he puesto magufo para nada. 

Me explico. 

Muchos dice que para qué preocuparse en saber si todo está mediatizado, la gran conspiración nos domina. Es mejor aceptar que todo se irá al carajo, el pasar de todo, carpe diem y a vivir que son dos días. 

Vale, no me parece mal, pero suena demasiado a excusa para no esforzarse.  

Otra actitud es la contraria, La llamaré ¡Oh, vamos a morir todos! las ranas se extinguen (que es verdad) el cambio climático, el capital se carga el planeta (en gran manera es así, no lo niego) por tanto nada se puede hacer, pasaremos los dos días quejándonos o... ehemm, rezando aunque no sea rezando, sino confiando en cosas sobrenaturales o con poca adherencia a la realidad. 

Ok, me parece un poco peor, pero si querías caer en la desesperación o abrazar cosas sobrenaturales porque el mundo no te da asideros, pues, vale. Ya no me parece una excusa para no esforzarse, más bien  para abrazar caminos emocional o intelectualmente más sencillos. 

Qué actitudes me quedan. Muchas supongo, una por cada habitante de la tierra, porque somos  maravillosamente diversos, pero para mi pequeño articulillo de primeros de año me basta con una sola más; mejor no pensar en eso y sí, habrá poderes y eso que nos controlan; sí, se acaba todo, me da igual, delegó mi poder, y por tanto mis dolores de cabeza, en ellos, en los tipos listos sean estos quienes sean, a cambio de que me dejen en paz con mis rollos y ni Netflix. 

Bueno, no sé, tampoco me parece mal del todo, descansar de vez en cuando la mente no es malo. Ahora hay algunos que no han dado un palo al agua mental en su vida y es, una vez más, una excusa. 

Hay diferentes combinaciones de esas tres actitudes, podríamos asociarlas valores numéricos, del uno al cinco, y sacar el espectro de tertulianos completos dando tres números, 342 sería un tipo 3 conspiración, 4 desesperación, 2 me la suda. 

¿Qué otra actitud queda? otra forma menos popular, seguramente porque exige dos cosas: esfuerzo por comprender y sentido crítico. Se trata de decir vale, no puedo hacer mucho, no puedo hacer casi nada, pero eso no significa que no pueda intentar ENTENDER lo que pasa a mi alrededor. Y entender de forma honesta, no adhiriéndole a la primera opinión del cuñado mediático de turno. Eso exige entrenar el SENTIDO CRÍTICO, de modo que funcione poniendo en cuestión todo de forma lo más consistente posible. 

¿Qué se consigue con esto? muy poco, individualmente casi nada, pero a nivel global es un mundo de diferencia. Uno a uno no podemos iniciar una revolución, ni cambiar nada. Nadie, ni siquiera los poderosos, pueden cambiar nada sin la colaboración de los otros. No somos uno, somos muchos, es una gran verdad que los adalides del individualismo atroz predican, por propio interés claro.  El verdadero motor del cambio es el sustrato social, esa especie de colchón mental en el que todos descansamos. Y ese SÍ se cambia con pequeñas aportaciones individuales. 

No os creáis que no sois importantes, que dáis igual, sin nosotros, nada funciona, ni siquiera una sociedad injusta. 




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